El cierre de las oficinas consulares de Quito en México, debido al conflicto diplomático, ha complicado la liberación de una familia ecuatoriana de cinco miembros secuestrada en Durango mientras intentaban cruzar hacia Estados Unidos.
La familia lleva 17 días en cautiverio bajo el control de un grupo criminal en México, sin acceso a ayuda diplomática debido a la falta de representación consular ecuatoriana en el país. El viaje comenzó el 16 de junio desde Ciudad de México hacia Nogales, siendo este el segundo intento de la familia por cruzar la frontera. En Durango, fueron interceptados por policías de migración, momento en el cual Joseline García perdió contacto con su familia.
«Mi hija me envió un mensaje con una foto de los policías en el autobús, y desde entonces no he sabido más de ellos hasta una semana después», relata Joseline, quien también viajaba con la familia pero se separó tres meses antes del secuestro.
La odisea de la familia comenzó en El Salvador, donde iniciaron su viaje para escapar de la inseguridad en Ecuador, agravada por la muerte de un hermano a manos de bandas criminales. Después de varias amenazas y un intento fallido en Guatemala, donde la policía les robó todo su dinero, llegaron a Ciudad de México donde se refugiaron en carpas humanitarias.
Tres meses después, intentaron cruzar la frontera nuevamente, pero fueron detenidos y separados en diferentes partes del país. Joseline logró llegar a Nueva York, mientras que su madre y las cuatro niñas fueron secuestradas en Durango junto con otros migrantes en el autobús.
Desde entonces, los secuestradores han exigido un rescate de 4,500 dólares por cada miembro de la familia. A pesar de reunir parte del dinero mediante préstamos, María, la madre, teme por la seguridad de sus hijas ante las amenazas constantes de los criminales.
La situación se ha visto complicada por el cierre de los consulados ecuatorianos en México debido al conflicto diplomático, lo que ha dificultado los esfuerzos de Joseline por obtener ayuda diplomática. A pesar de los contactos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador, aún no hay un plan claro para la liberación de la familia.
«Estoy desesperada. Mis hijas y mi madre están sufriendo y siento que no hay suficiente apoyo real para traerlas de vuelta», lamenta Joseline, quien teme por la vida de sus seres queridos ante la brutalidad de los secuestradores.