Cuando las autoridades electorales, controladas por Nicolás Maduro, anunciaron su victoria para un tercer mandato, un estallido de fuegos artificiales iluminó instantáneamente el cielo de Caracas, Venezuela. La ciudad fue musicalizada de manera cuidadosamente seleccionada, reflejando el carácter orquestado de estas elecciones.
La oposición afirmó de inmediato que ellos, no el presidente, habían ganado. Sin embargo, al ver las noticias en el país, solo se mostraban multitudes jubilosas, envueltas en la bandera venezolana, bailando y animando al presidente. Nicolás Maduro aún cuenta con algunos partidarios leales, conocidos como «chavistas», en honor a su mentor Hugo Chávez y al tipo de socialismo que creó. Sin embargo, las cifras de apoyo a Maduro son muy controvertidas y el resultado de esta elección está lejos de ser definitivo.
Con la ciudad volviendo a la vida esta mañana, el gobierno enfrenta la presión tanto de la comunidad internacional como de la oposición local para que explique sus cifras, especialmente después de que la oposición llevara una ventaja significativa en las encuestas previas.
En medio de este panorama, la economía de Venezuela sigue funcionando con petróleo y música. Algunas observaciones en terreno mostraron enormes colas en los centros de votación, con un acceso muy limitado a los votantes, lo que generó acusaciones de retrasos deliberados. Además, hubo colegios electorales que ni siquiera abrieron, provocando protestas y enfrentamientos con las autoridades.
El presidente Maduro prometió antes de las elecciones que ganaría «por las buenas o por las malas», y varias tácticas de su gobierno fueron vistas como intentos de suprimir el voto de la oposición. Estos incluyeron la prohibición de candidatos opositores, la detención de asesores de la oposición, y dificultades para que venezolanos en el extranjero se registraran para votar.
La oposición ha denunciado irregularidades más específicas, como el acceso limitado a los «recibos» impresos de las máquinas de votación electrónica para verificar los resultados. Aseguran que muchos de sus observadores fueron impedidos de participar en los recuentos, lo que aumenta el potencial de manipulación de las cifras electrónicas.
El gobierno, por su parte, niega cualquier irregularidad y acusa a «gobiernos extranjeros» de una «operación de intervención». La oposición planea impugnar los resultados en los próximos días, y la comunidad internacional ha pedido pruebas detalladas de las cifras publicadas por el gobierno.
El discurso de victoria de Maduro incluyó referencias a las sanciones estadounidenses impuestas después de las últimas elecciones, argumentando que han perjudicado la economía del país. La respuesta de la comunidad internacional será crucial en este contexto, dado que la crisis económica y migratoria de Venezuela tiene repercusiones globales.
Mientras tanto, la oposición no está dispuesta a rendirse sin luchar.
