El presidente francés, Emmanuel Macron, ha defendido su sorprendente decisión de disolver el parlamento y convocar elecciones, instando a los votantes a unirse y «decir no a los extremos». Tres días después de su anuncio, en respuesta a la victoria de la ultraderechista Agrupación Nacional en las elecciones europeas, Macron negó querer entregarles el poder.
Macron explicó que convocar elecciones era la única opción republicana, y llamó a una amplia gama de grupos políticos que «no pueden identificarse con esta fiebre extremista» a unirse contra ella. Su decisión de celebrar dos rondas de elecciones el 30 de junio y el 7 de julio ha llevado a cuatro partidos de izquierda a acordar un pacto para trabajar juntos, mientras que los republicanos conservadores han quedado profundamente divididos.
El líder de los republicanos de línea dura, Eric Ciotti, enfrenta llamados a dimitir después de pedir una alianza con el Agrupación Nacional, liderado por Marine Le Pen y Jordan Bardella. Aunque se estima que la mitad de los republicanos de base respaldan dicha alianza, la mayoría de los líderes del partido la han rechazado.
Ciotti afirmó que la sede del partido en París estaba cerrada por razones de seguridad, horas antes de una reunión de emergencia para decidir su destitución. Sin embargo, negó que se hubiera planeado tal reunión.
Macron ha sido criticado por la decisión aparentemente espontánea de convocar elecciones, una hora después de que su partido obtuviera menos del 15% en las encuestas, mientras que Agrupación Nacional alcanzó casi el 31.5% en la votación europea. Dos años después de su segundo mandato, su partido no tiene mayoría en la Asamblea Nacional, por lo que cada proyecto de ley requiere el apoyo de aliados políticos. Macron señaló que el sistema estaba bloqueado, dejando al gobierno incapaz de actuar.
Como presidente, Macron declaró que no se involucraría en la campaña, dejando esa tarea al primer ministro Gabriel Attal, aunque su discurso del miércoles sonó como el inicio de la campaña de su partido. Cuando un periodista le preguntó si había entregado las llaves de Francia a la extrema derecha, Macron respondió que no hacer nada no era una opción y que pedirle al pueblo que decidiera era un principio de la democracia.
Macron criticó tanto a la izquierda como a la derecha, argumentando que las máscaras de ambos se habían caído y la batalla por los valores había comenzado. Acusó a Ciotti de traicionar su partido, que debe su herencia a presidentes como Charles de Gaulle, Jacques Chirac y
Nicolas Sarkozy. También afirmó que el centroizquierda se había aliado con una extrema izquierda culpable de antisemitismo y actitudes antiparlamentarias.
Raphaël Glucksmann llevó al centroizquierda al tercer lugar el domingo con una campaña que atrajo a votantes descontentos con la Francia más extrema e inflexible de Jean-Luc Mélenchon. Sin embargo, 24 horas después del resultado, el centroizquierda había acordado un pacto con Francia Inquebrantable.
Mélenchon acusó al presidente de promover una estrategia de caos y de hundirse en una avalancha de insultos hacia «quienes no comparten su opinión».