La orden de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de detener una operación militar que Israel considera esencial para derrotar a Hamás y liberar a los rehenes fue algo que Israel buscaba evitar.
Sin embargo, no hay indicios inmediatos de que el gobierno israelí vaya a cambiar de rumbo tras el fallo de la CIJ de este viernes.
Los tanques israelíes se están acercando al centro de Rafah y, justo cuando se leía el veredicto, una serie de ataques aéreos dejó una enorme nube negra sobre la ciudad.
Algunos de los colegas de línea dura del primer ministro Benjamín Netanyahu han reaccionado con ira, acusando al tribunal de antisemitismo y de estar poniéndose del lado de Hamás. El exportavoz del gobierno, Eylon Levy, señaló que el juez que preside el cuerpo, Nawaf Salam, es libanés y que “no podría regresar a casa sano y salvo si sentenciaba en el sentido equivocado”.
Para los críticos de Netanyahu, el dictamen es una señal más del creciente aislamiento internacional de Israel. Entre las señales más recientes se encuentran:
- La perspectiva de órdenes de arresto para Netanyahu y su ministro de Defensa por parte de la Corte Penal Internacional (CPI).
- Países europeos que se preparan para reconocer el Estado de Palestina.
- Crecientes evidencias de que la administración de Joe Biden está perdiendo la paciencia ante la negativa de Israel a participar en un plan significativo para el futuro de la Franja de Gaza.
Israel estará consternado porque sus argumentos no parecieron influir en el dictamen de los jueces de la CIJ.
El gobierno de Netanyahu asegura que ha hecho todo lo posible para garantizar que los civiles estén fuera de peligro antes de enviar a sus tropas a Rafah. Además, afirma que se están asegurando de que los alimentos y otros suministros vitales lleguen a Gaza.
Hay elementos de verdad en ambos argumentos. Más de 800,000 civiles se han alejado de Rafah. Y aunque ha entrado muy poca ayuda al sur de la Franja de Gaza desde que comenzó la ofensiva en Rafah hace casi tres semanas, Israel ha permitido la entrada de cientos de camiones con mercancías comerciales, lo que significa que en algunas partes del territorio hay alimentos disponibles (aunque no necesariamente asequibles).
A pesar de las repetidas advertencias, especialmente en el norte, la hambruna aún no se ha manifestado. De hecho, la situación en el norte puede haber mejorado algo gracias a la apertura de puntos de cruce adicionales. Pero el tribunal no pareció impresionado por estos datos y sostuvo que una nueva ola de desplazamiento masivo representaba otra amenaza importante para las vidas y el bienestar de la población palestina, reclamando nuevas medidas.
Sudáfrica, quien presentó la demanda contra Israel, argumentó que Rafah representa “la última línea de defensa” de la Franja de Gaza. La representación del país africano sostuvo que si Rafah tuviese el mismo destino que otras ciudades del territorio, la población palestina podría sufrir más daños irreparables. Esto es lo que el tribunal ha intentado impedir.
Israel, entretanto, negó que ese fuera el propósito de su operación en el sur y parece dispuesto a seguir adelante.