Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua se movilizaron hacia las instalaciones de rectoría con un objetivo claro: exigir cambios significativos en su institución. Su principal demanda era la gratuidad en las inscripciones, así como la reinstauración de la calificación mínima aprobatoria en 6.
El rector, Luis Alfonso Rivera Campos, intentó calmar la situación convocando a una reunión para discutir el pliego petitorio de los alumnos. Sin embargo, estos rechazaron la propuesta y continuaron con su protesta.
La situación se intensificó cuando algunos estudiantes decidieron tomar medidas más drásticas, llegando al punto de dañar la puerta principal de rectoría utilizando una viga como herramienta.
Además de las demandas iniciales, los manifestantes también exigieron mejoras en las instalaciones universitarias, destacando la necesidad de un ambiente propicio para el desarrollo académico.
A pesar de los intentos de diálogo por parte de las autoridades, lideradas por el rector Rivera Campos, los estudiantes se mantuvieron firmes en su postura. Incluso cuando se les ofreció una reunión en el auditorio del Campus Dos, rechazaron la propuesta, insistiendo en esperar al rector en las instalaciones de rectoría.
La comunicación se mantuvo a través de representantes estudiantiles como Adrián García, quien intentó mediar entre las partes. Sin embargo, los estudiantes mantuvieron su posición, dejando claro que estaban dispuestos a permanecer en rectoría hasta que sus demandas fueran atendidas.