Título:
«El Clima de Miedo en Caracas: Cómo la Elección del 28 de Julio Transformó la Ciudad»
Contenido:
Cada motocicleta, cada auto, cada persona que pasa genera sospecha e inquietud. La situación en Caracas ha cambiado radicalmente desde las elecciones del 28 de julio, marcadas por protestas y represión.
Cuando llegué a Caracas el 18 de julio, diez días antes de la controvertida elección, la ciudad parecía vibrante y llena de vida. Me impresionó ver una Caracas mucho más dinámica que en 2019, durante uno de los peores momentos de la crisis económica que aún afecta a la mayoría de los venezolanos. En ese entonces, la ciudad también me parecía menos insegura.
Una semana antes de la elección, participé en un tour por Petare, uno de los barrios populares más grandes de América Latina, y me sorprendió ver cómo las áreas que antes eran evitadas ahora estaban llenas de turistas y actividades culturales. Los caraqueños estaban esperanzados con la posibilidad de un cambio de gobierno y con una ligera mejora en la situación económica.
Pero todo cambió tras la elección presidencial del 28 de julio. La ciudad, una vez vibrante, ahora parece sumida en un ambiente de represión y miedo. En el 23 de Enero, un barrio popular en el oeste de Caracas, Andrea, una joven de 22 años, cuenta que el temor es palpable. Las calles, que antes eran bulliciosas, ahora están desiertas después de las 7 de la noche. La sensación es la de un toque de queda no oficial.
En barrios como el 23 de Enero, los colectivos —organizaciones leales al chavismo— han intensificado su control, imponiendo un toque de queda no declarado. Estos grupos han amenazado a quienes participan en protestas, lo que ha resultado en una disminución de la resistencia.
La represión también se ha extendido al barrio El Calvario, en el sureste de Caracas, donde Carlos, un joven local, ha sido testigo de cómo la policía y los militares patrullan intensamente y realizan arrestos arbitrarios. La represión ha dejado al menos 11 muertos y más de 1.000 detenidos en todo el país, según el Foro Penal.
El abogado de derechos humanos Gonzalo Himiob describe la situación como una política estatal dirigida a neutralizar a los sectores populares que apoyan a la oposición. Los operativos policiales y las detenciones arbitrarias han creado un ambiente de miedo y desconfianza.
La vida en Caracas ha cambiado. Muchos negocios han cerrado más temprano y la gente evita salir de sus casas a menos que sea estrictamente necesario. Las zonas de clase media también sienten el impacto, aunque de manera menos directa. Valentina, una ingeniera, admite su temor de salir después de haber visto las protestas.
A pesar de la disminución de la actividad comercial y el miedo que persiste, algunos negocios y bares están reabriendo, aunque con menos clientes. La vida en Caracas intenta volver a la normalidad mientras la incertidumbre política sigue dominando.
Los caraqueños ahora viven en un clima de desconfianza, donde borran conversaciones y temen dar un paso en falso. La ciudad espera una resolución al conflicto, mientras la sombra de la represión sigue presente.