En el centro de Sudán, un pueblo se sumerge en el dolor y la desolación tras una tragedia que ha dejado al menos 150 personas fallecidas, incluyendo 35 niños. La responsabilidad de esta tragedia se atribuye a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar que ha estado enfrascado en una disputa por el control del país durante más de 13 meses.
Las RSF no han respondido a las acusaciones, pero han presumido de ataques contra posiciones militares. Las impactantes imágenes compartidas en redes sociales después del ataque mostraban cuerpos envueltos en sudarios blancos, listos para el entierro en Wad al-Nourah, en el estado de Gezira.
La incertidumbre persiste mientras el Comité de Resistencia de Madani espera confirmar el número exacto de víctimas. Unicef reporta que 35 niños perdieron la vida en este acto atroz y más de 20 resultaron heridos. Catherine Russell, directora ejecutiva de la agencia, describe la escena como devastadora y subraya el alto costo que los niños de Sudán están pagando debido a la violencia brutal.
Esta tragedia se suma a un año marcado por la muerte y el sufrimiento de miles de niños, con millones más desplazados, reclutados o víctimas de violencia en diversas formas, según Unicef.
Los detalles precisos de la masacre del miércoles aún no están claros, pero se informa que el pueblo fue atacado dos veces por los combatientes de las RSF en un solo día. Hafiz Mohamad, de Justice Africa Sudan, señala que muchas personas aún están desaparecidas y que contar a todos los muertos es difícil debido a los saqueos continuos de las RSF en la zona.
El gobierno militar de Sudán ha instado a la condena internacional del ataque, mientras que líderes como el ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, David Cameron, han exigido que las RSF detengan estos ataques y enfrenten consecuencias.
Las RSF, que tomaron control del estado de Gezira en diciembre, han sido acusadas de abusos contra la población civil, algo que niegan.
Mientras tanto, los combates intensos entre las RSF y el ejército continúan en El Fasher, en Darfur, al oeste del país. Desde el inicio del conflicto en abril de 2023, se estima que más de 15.000 personas han perdido la vida en todo el país.
A pesar de los esfuerzos de negociación, la guerra persiste, exacerbando la crisis humanitaria y el riesgo de hambruna para millones de personas. Martin Griffiths, de la ONU, advierte que hasta cinco millones de personas enfrentan un alto riesgo de hambruna, subrayando la evitabilidad de este conflicto que ha sumido a Sudán en la desesperación y el caos.