El Partido Laborista británico alcanzó una victoria contundente en las recientes elecciones parlamentarias del Reino Unido, asegurando 412 escaños frente a los 121 obtenidos por el Partido Conservador gobernante, marcando así el peor resultado moderno para los «tories». Para obtener una mayoría absoluta en el Parlamento, se necesitan 326 escaños.
Keir Starmer, de 61 años, sucedió a Rishi Sunak como primer ministro después de recibir el encargo del rey Carlos III. En su primer discurso desde el 10 de Downing Street, Starmer afirmó que su administración comenzaría de inmediato con un enfoque en reiniciar y renovar la nación.
Starmer destacó la importancia de servir equitativamente a todos los británicos y prometió reconstruir la infraestructura para generar nuevas oportunidades. Aunque su elección no generó el mismo entusiasmo que la de Tony Blair, Starmer se comprometió a demostrar que la política puede ser una fuerza positiva.
Rishi Sunak, en su discurso de despedida, aceptó la responsabilidad por la derrota conservadora, destacando los logros económicos durante su mandato, como el control de la inflación y el crecimiento económico.
La derrota de los conservadores se vio exacerbada por la pérdida de varios miembros destacados del gobierno en el Parlamento, reflejando una insatisfacción generalizada con las políticas del partido, especialmente en temas como los impuestos y la inmigración.
Los laboristas centraron su campaña en un mensaje de cambio en respuesta a problemas económicos y sociales persistentes, como la inflación y las dificultades del sistema de salud pública, el NHS.
Estas elecciones anticipadas fueron convocadas por Sunak debido a las incertidumbres económicas y globales, como la guerra en Ucrania y sus efectos sobre la economía británica.