A solo 30 días de las elecciones, la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald J. Trump se encuentran en una reñida contienda por la Casa Blanca, con cada uno buscando ganar en los siete estados clave que podrían determinar el resultado de la elección: Georgia, Arizona, Nevada, Carolina del Norte, Wisconsin, Michigan y Pensilvania.
Ambas campañas están intensificando sus esfuerzos en un escenario donde las encuestas muestran un empate casi total. Según promedios recientes, los votantes en estos estados están prácticamente divididos, lo que significa que unos pocos miles de votos podrían decidir el futuro político del país. Mientras que los demócratas apuestan por una sólida operación de campaña en terreno, construida durante más de un año con cientos de organizadores y múltiples oficinas, los republicanos confían en que los recientes acontecimientos internacionales, como el conflicto en Medio Oriente y desastres naturales devastadores, les otorguen una ventaja.
Ralph Reed, un veterano activista conservador en Georgia, ha descrito la actual contienda como “una guerra de trincheras”, donde cada voto cuenta y donde los movimientos en las encuestas se miden en pocos miles. Esta competencia ha llevado a ambos partidos a gastar más de 675 millones de dólares en publicidad desde septiembre, con un énfasis particular en la televisión y las plataformas digitales.
Los republicanos, a pesar de estar superados en gastos publicitarios en estos estados clave, creen que los temas de la economía y la inmigración siguen siendo puntos fuertes para Trump. Encuestas recientes indican que, incluso con la desaceleración de la inflación y la caída de los precios de gas, los votantes todavía asocian al Partido Republicano con una mejor gestión económica.
Por su parte, la campaña de Harris se está enfocando en movilizar a votantes indecisos y aquellos que a menudo eligen no participar el día de las elecciones. La representante Alexandria Ocasio-Cortez subrayó la importancia de convencer a estos votantes, afirmando que “nuestra prioridad número uno debería ser activar a quienes a veces dudan en presentarse”.
Sin embargo, algunos demócratas expresan su preocupación de que la campaña de Harris no esté alcanzando a ciertos segmentos de su base, especialmente en comunidades donde la frustración y la falta de entusiasmo son palpables. La representante Debbie Dingell, de Michigan, destacó que tanto las comunidades judías como árabes estadounidenses están inquietas por el conflicto en Gaza, mientras que los jóvenes afroamericanos se sienten desatendidos.
A medida que las campañas se intensifican, tanto Harris como Trump son conscientes de que cada decisión, cada anuncio y cada conversación con los votantes podría marcar la diferencia en lo que promete ser una de las elecciones más competitivas de la historia reciente. La pregunta es: ¿quién logrará movilizar efectivamente a su base y atraer a esos votantes indecisos en las semanas restantes?